lunes, 22 de junio de 2009

MORIR MAÑANA

Ayer estaba dando vueltas en la cama pensando en muchos temas pendientes de la oficina que no se me iban de la cabeza. Por más que intentaba, me resultaba imposible dejar de pensar en ellos y dormirme plácidamente. Probé a hacer una sesión de relajación, intenté pensar en como construir la casa de mis sueños y me puse contar corderitos para escapar de mis pensamientos pero no había forma. Los mismos problemas de trabajo me venían una y otra vez a la mente como riéndose de mis ingenuos trucos de despiste. No había forma de dar esquinazo a esos recalcitrantes pensamientos.

En uno de esos callejones que me metí por desesperación, me vino a la cabeza una anécdota de un libro que leí recientemente. Una mujer que aparentemente se encuentra bien va al médico por un problema banal. El doctor le da la noticia que le quedan 24 horas de vida. Lo mejor que puede hacer, dice el doctor, es irse a casa e intentar disfrutar al máximo lo que le queda de la existencia que conoce. En el libro, la mujer trata por todos los medios de hacer el amor con su perezoso marido que sólo piensa en dormir.

¿Y si me dicen que me voy a morir en 24 horas? ¿Qué haría? Giré la cabeza para ver a mi mujer durmiendo plácidamente a mi vera y una mirada maliciosa se dibujó en mi cara. Pero valoré que era cruel sacarla de su estado de dulce reposo a las 4 a.m., aunque fuera para otro dulce placer, sabiendo que tenía que levantarse un par de horas más tarde.

Pasados estos instantes de ilusiones eróticas, me sentí muy relajado pensando que lo que más me apetecía ahora era descansar un poco, si no dentro de 24 horas iba a llegar "muerto" a la hora de mi muerte. Tenía que estar en forma y con ánimos para cuando llegara el momento. Además, no podía perder el tiempo dándole vueltas a esos asuntos que me volvían loco de la oficina que finalmente no eran tan importantes. De todas maneras, a mi ya no me iban a afectar y tras mi funeral alguien se encargaría de resolverlos.

Las ideas se iban haciendo cada vez más difusas y entremezcladas. Las preocupaciones se habían perdido en el laberinto de callejones de la mente. Suavemente mi cuerpo se fue desvaneciendo en las profundidades de la consciencia.

Que bueno es pensar que a uno sólo le quedan 24 horas de preocupaciones, eso si es vivir...

sábado, 13 de junio de 2009

LAMA ZOPA RIMPOCHE

Cuando me llegó la noticia de la visita del Lama Zopa Rimpoché a nuestro país me pareció una ocasión que no podía dejar pasar. Tener la oportunidad de conocer y escuchar a un líder espiritual de su talla y que merece mi admiración me pareció una suerte que difícilmente se podría repetir.

Interesante panorama el que se había congregado en torno a esta visita. En vez de un puñado de gente un poco estrambótica y singular que esperaba ver, me encontré con un grupo de unas 200 personas de toda clase y condición. La verdad es que rara vez he visto reunido en un mismo grupo un abanico tan representativo y rico de nuestra sociedad.

Cuando el Ven. Lama Zopa Rimpoché hizo su aparición, un respetuoso silencio se hizo a su alrededor. Saludos a la forma oriental con las manos juntas y agachando la cabeza a su paso. Sonrisas e imposiciones fueron haciendo el camino hasta la sala donde iba a tener lugar las enseñanzas del Venerable.

Unos cantos y una meditación que duró media hora inauguraron la exposición de sabiduría. En un ambiente de alta concentración empezaron a brotar las palabras que tanto estaba esperando. Tras 20 minutos de atenta escucha me invadió una profunda melancolía. Me sentí un niño de primaria que ha recibido sus primeras clases de la escuela, en las que se ha aprendido lo que es la inercia, escuchando una conferencia del premio Nobel de física hablar del acelerador de partículas y las aportaciones que este ha hecho al conocimiento de la anti-materia.

Meditabundo y cabizbajo abandoné discretamente la estancia. Soy una persona feliz y satisfecha con mi vida, pero dos grandes lecciones había aprendido esa misma tarde:

1. El camino que queda por delante es infinitamente mayor que el ya recorrido. El grado de felicidad e iluminación alcanzable por un ser humano es tan inmenso que apenas puedo percibir pequeños destellos de lo que puede llegar a ser.

2. Nunca caigas en la permanente tentación de juzgar a la gente. Un niño, una señora pija o un cincuentón que parece no tener oficio ni beneficio pueden ser personas con una vida interior y una profundidad que tal vez yo nunca llegue a alcanzar.

Muchas gracias Venerable. Tus enseñanzas maravillan por lo inesperadas...


domingo, 7 de junio de 2009

SLOW LIFE

Estos últimos años se ha empezado a oír cada vez más hablar del movimiento "slow". Curiosamente un movimiento que nació en Italia, país de la velocidad, y que parece se va esparciendo por el mundo occidental como una lenta pero inexorable sabiduría que se transmite de persona en persona.

Para los que nunca hayan oído hablar de este movimiento y de forma resumida diré que es un estilo de entender y vivir la vida de forma pausada y des-estresada. Reacción al estilo de vida occidental, especialmente en las grandes ciudades. Un par de ejemplos serán de gran ayuda: El botón de cerrado de puertas que tienen los ascensores modernos. En vez de esperar al cerrado automático de puertas cuando subes en ascensor, puedes "ahorrarte" 1,28 segundos si aprietas el fabuloso botón para que se cierren las puertas. Vivo a 20 kilómetros del mi trabajo y si voy en coche tengo la mitad del recorrido en autopista. He comprobado que si voy la 120 km/h por este tramo en vez de ir tranquilamente 90-100 km/h consigo ahorrar HASTA 1,5 MINUTOS al día. Fabuloso!!!

Me llena de alegría ver como cada vez conozco más gente que aplica esta filosofía a su vida. Desde el que coge la bici para ir a trabajar o el que renuncia a ganar más dinero para pasar más tiempo con su hija, hasta el que radicalmente cambia de vida y se va a un pueblo para vivir de cartero, llevando una pequeña tienda o haciendo actividades de turismo rural.

No creo en los cambios radicales, bueno, si que creo, pero no todos nos atrevemos a hacerlos. Pero empecemos por los pequeños cambios. Caminar en las distancias cortas en vez de ir en autobús o coche, leamos más en vez de ver tanto el televisor y disfrutemos de una buena conversación en vez de estar todo el rato enganchados al ordenador. Empecemos hoy, mejor que mañana. Mañana estaremos muy estresados para cambiar.


Hasta otro día, me voy a tomar tranquilamente una taza de té...

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