En cierta ocasión, cuando todo era perfecto, los dioses y las diosas decidieron crear a la mujer y al hombre.
Un dios dijo: "Les crearemos a nuestra imagen y semejanza".
Una diosa respondió: "Espera un momento. Si los creamos a nuestra imagen y semejanza, serán como nosotros, con nuestros cuerpos, nuestra fuerza y nuestra inteligencia. Lo único que estaremos haciendo es crear nuevos dioses".
Entonces otro dios dijo: "Tenemos que encontrar algo que les haga diferentes a nosotros".
Tras muchas disertaciones, por fin una diosa dijo: "Ya lo tengo. Quitémosles la felicidad y escondámosla donde ninguno de ellos pueda encontrarla".
Entonces empezaron a discutir donde esconderla. "En la montaña más alta" decían unos, "en las profundidades del océano" opinaban otros, incluso alguno decía que en otro planeta era un lugar perfecto para esconderla.
Hasta que una diosa habló y dijo: "Es cuestión de tiempo que la encuentren, por que no pararán de buscarla por doquier y tarde o temprano terminarán encontrándola. Hay que esconderla en un lugar donde las ocupaciones de la vida ajetreada les impida encontrarla. Y ese lugar es el interior de ellos mismos. Así se volverán locos buscándola por todas partes pero nunca se les ocurrirá mirar en su interior".
Desde aquel entonces, los hombres y las mujeres andan como locos dando vueltas buscando la felicidad allá donde nunca la encontrarán.
Desde aquel entonces, los hombres y las mujeres andan como locos dando vueltas buscando la felicidad allá donde nunca la encontrarán.